martes, 16 de abril de 2013

Denle modernidad a la amplitud

El 27 de septiembre de 1921, los hermanos Adolfo Enrique y Pedro Gómez Fernández, autonombrados “los radiófilos”, lograron la primera emisión de radio en nuestro país. En las instalaciones del Teatro Ideal, en la ciudad de México, consiguieron que, en forma de ondas hertzianas, un par de melodías fueran transmitidas y sonaran en el Teatro Nacional de Bellas Artes. 

La radio en México ha sido uno de los medios de comunicación de mayor influencia en el país debido a su fácil y económica posibilidad de acceso; logra una mayor influencia, incluso, que la televisión. 

La primera estación de radio en la ciudad de México fue la del BUEN TONO, que inició sus actividades el 15 de septiembre de 1923; años más tarde, esta radiodifusora se convierte en la XEB, la "B" grande de México y el l 18 de septiembre de 1930, inició sus actividades la XEW. El primer locutor de esta estación fue el actor Arturo de Córdoba, con una programación amena, interesante y versátil. Esta radiodifusora comenzó sus actividades con el slogan de "XEW: LA VOZ DE LA AMERICA LATINA DESDE MÉXICO". 

En la mitad del siglo el país ya estaba asombrado con la televisión, pero la radio también experimentó avances que refrescaron su panorama: en 1952 empezó a operar XHFM Radio Joya, la primera emisora mexicana que utilizó la Frecuencia Modulada (FM) ya que antes, todas as estaciones se encontraban exclusivamente en AM. Además, una nueva práctica se puso de moda: la transmisión de discos grabados. Si bien durante mucho tiempo los programas de radio consistieron en narraciones y música en vivo, el empleo de grabaciones y discos de acetato hicieron que la programación incluyera mayores tiempos al aire con música grabada.

En los noventa, en la radio, el número de radioescuchas de FM (55.5%) superaba al de AM (44.5%), debido a la patente capacidad de las estaciones de FM para poder transmitir en dos canales simultáneos (estereofonía). También la proliferación de nuevos aparatos receptores con tecnología orientada a la calidad del audio (autoestéreos, portátiles, minicomponentes, etc.) fortaleció la preferencia por esa banda. Como consecuencia, las radiodifusoras de AM recurrieron a modificaciones en la programación, y se consolidaron así las emisiones habladas como una característica de esta frecuencia a partir de 1985. 

Las estaciones de Amplitud Modulada ahora se enfocan a un sector de la población que necesita de la información, de programas hablados cuyos contenidos sirvan de ayuda a los radioescuchas; es por eso que el AM regresó a sus orígenes con programas hablados, aunque ya con un mayor contenido musical que en sus inicios. 

La banda AM ha ido en declive debido a las enormes ventajas del FM como la posibilidad de digitalizar la señal y así hacerla más portatil (es por eso que no se puede escuchar AM en los celulares). Los contenidos informativos deben ser impulsados por encima de los musicales o, al menos, puestos al mismo nivel que los musicales apoyando la modernización de la infraestructura en las estaciones de AM y la difusión por medio de la publicidad.

La importancia de AM recae mayormente en la influencia social que implica llevar a la audiencia información que favorece en la educación de la población. Por esto mismo, démosle modernidad a la Amplitud Modulada.

jueves, 14 de junio de 2012

Quisiera ser pirata…



Quién no ha escuchado por la calle alguna voz con ímpetu de seductor, pero con percha de arrabal decir: “¡Sabrosssaaaaa!”

Sin embargo, un piropo es una frase generalmente corta y graciosa que se dedica a las mujeres con el objetivo ─casi siempre─ de halagarlas y conquistarlas. Con ellos se resalta lo más bonito de la persona a la que se dedica ó también sus defectos más evidentes. Ya sean frases para ligar o frases para ofender por norma general suelen estar cargados de ingenio y picardía.

Los piropos, los lindos y los no tanto, no son exclusivos de nuestro país ni de nuestra época: Hace casi ocho siglos, según cuenta la historia, los honorables miembros de las cortes reales no se podían permitir a sí mismos desbordar sus pasiones; esa era una conducta del vulgo. Su alternativa, entonces, era enamorar con las palabras más seductoras y elegantes, con las cuales "declaraban con firmeza su amor en este mundo y, si no, en el otro".

Nos podemos remontar también, a los embustes de Zeus, el máximo dios del Olimpo, que tuvo que convertirse en hormiga para convencer de su amor a la pequeña Clítoris, princesa de los mirmidones. Con estos ejemplos, los cortesanos de los siglos XII y XIII se convirtieron en unos encantadores de mujeres, dentro de las restricciones propias de su mundo y su cultura, para poder enamorar y consumar su amor.

Es por eso, y desde entonces, se dice que "la mujer se enamora por los oídos", como los hombres "por los ojos”. No obstante, con los piropos de los últimos tiempos, se vuelve bastante dudoso que una mujer pudiera ser enamorada con facilidad. Ejemplos claros son los escuchados a diario por las calles de la Ciudad de México:

“Quisiera ser pirata, no por el oro ni la plata; sino por ese tesoro que tienes entre las patas”.
“Quién fuera mecánico para meterle mano a esa maquinita”.
“Quisiera oler a sardina para oler siempre como huele tu va…” No, no, no, ¿Qué es eso?
…o quizás el clásico “¿Qué comen los pajaritos? Masitaaaaa.” Donde el diminutivo masita sirve como una contracción de la palabra mamacita.


Eso es no tener una educación de alcurnia y elegancia. Quizás sea por eso que en ocasiones nos dicen nacos como comentaba en el primer artículo del blog, al final de esta página.

Estas expresiones del mal gusto y la patanería son despreciadas debido a que toman a las mujeres como objetos sexuales y no como seres humanos capaces de amar y sentir.

No obstante, los piropos son muy agradables cuando su mensaje tiene una intención halagadora y no insultante ─“Dichosos los ojos que te ven”, “Quisiera ser bizco para verte dos veces”─, y pueden llegar a ser sumamente elaborados: “Bendita se la tuerca del rin de la llanta del camión que trajo el cemento para hacer el suelo donde estás parada, ¡monumento!”.

Los piropos son parte importante de la cultura urbana popular en México, y como tal, podemos rescatar la tradición de halagar por la calle a una mujer con una linda frase bien pensada y llena de picardía; inclusive alguno que una chica me lanzó a mí.
"¿Cómo caminan las tortugas? A pasito, a pasito." 

domingo, 1 de abril de 2012

“Es de que” tú me “dijistes” que sí “venistes”

                "Hay una sola manera de degradar permanentemente a la humanidad,
y esta es destruir el lenguaje".
Northrop Frye
(Teórico y crítico literario Canadiense)

Hace poco más de un año, un servidor, llegó a vivir a Chimalhuacán, un pequeño municipio encallado en el oriente del Estado de México, más allá de Nezahualcóyotl. En este lugar, donde las calles pavimentadas aún no son lo más natural dentro del paisaje urbano y el aire siempre está plagado de tierra y polvo, no es difícil encontrar mujeres de 17 ó 18 años ya con uno o dos hijos de la mano o en sus carriolas; muchachos vestidos pantalones estampados con una leyenda donde se puede leer “Akolatronic”, enrollados y metidos en unos zapatos o tenis de botín, peinados estrafalarios llenos de tintes, y siempre escuchando a un tal “Farruko” a todo lo que da, montados en sus motonetas Italika obtenidas a crédito en Elektra, y cuando se les escucha hablar entre ellos se oye: “Qué güeno que venistes”, “Tú no me dijistes nada” o aberraciones del lenguaje tan fatales como esa.

Lamento muchísimo cuando escucho pronunciar palabra a estas personas. Poco a poco noto que nuestro idioma va siendo desmoronado por personas que ponen una “s” al final de cada palabra en pasado, o que utilizan “we” para llamar indistintamente a todos sus “amigos”. Sin embargo, éste no es un problema exclusivo de las personas a quienes me he referido antes. Todos somos culpables de la deformación del lenguaje en mayor o menor medida.

Pero… ¿de dónde surge todo esto? Existen varias posibles razones.

La más aceptada plantea que en el español antiguo el pasado en segunda persona del singular, es decir, “tú”, terminaba en “s”: Dijisteis. De esta manera, las personas que suelen poner una “s” al final de cada palabra en pasado sólo omiten la “i” de la antigua forma de la pronunciación; mas eso no justifica la mala pronunciación de las personas en la actualidad.

Otra nos plantea que, debido al uso de la “s” al final de cada tiempo verbal en segunda persona del singular (dices, decías, dirás...), la “s” final se extiende al pasado de ésta misma persona, y se le añade como vulgarismo una “s” final, y así encontramos el vulgarismo: Tú dijistes.

El uso correcto del lenguaje denota el grado de cultura que poseemos. Por favor, intentemos hablar y escribir correctamente.

jueves, 8 de marzo de 2012

Tlazocamati

En todas las lenguas existen conceptos endémicos únicos, porque no tienen equivalente ni comparación en otros idiomas, por ejemplo: el concepto de “despedida” no existe, como tal, en otro idioma; ni en francés, ni en inglés, tampoco en alemán o en chino. De la misma manera, no existe en español un concepto bien definido para una gran cantidad de palabras provenientes de otros idiomas.

En esta ocasión escribiré acerca de una palabra que no es parte de nuestro idioma, pero sí es parte de una lengua muy importante en nuestro país: el náhuatl.

Hace poco tiempo investigaba en la red acerca de las mitologías prehispánicas cuando encontré una página muy curiosa; en el título se podía leer: “Tlazocamati”. Llamó mi atención el título porque, hace algunos años, el que escribe solía ir de visita a algunos pueblos indígenas durante semana santa. En estos pueblos se habla náhuatl como lengua madre; sin embargo, han adoptado al español como segunda lengua para poder comunicarse con los habitantes de la cabecera del municipio, con quienes suelen hacer negocios.

Mientras estuve en estas poblaciones, intenté aprender un poco de su cultura, de sus costumbres y, por supuesto, de su lengua. Lo primero que aprendí fue a agradecer: <<Tlaxcamate>>, decía yo. Y así lo concebí, como un simple “gracias”. En la ocasión en que navegaba por internet, leí “Tlazocamati” como título de la página; esto me trajo a la memoria la palabra de agradecimiento para con los habitantes de estos pequeños pueblos en la huasteca hidalguense. Cuando leí el contenido de la página, se conmovieron mis sentimientos por completo.

La página trataba acerca de dos amigas, una mexicana; la otra, japonesa. La chica japonesa vino a México a estudiar, y se quedó a vivir ese tiempo en casa de su amiga mexicana. Estudiaron juntas, comieron juntas, durmieron juntas; fueron a pasear para mostrarle a la chica de Japón los museos y la comida mexicana: se hicieron muy buenas amigas.
Cuando terminó el tiempo que la muchacha de Japón estudiaría en México, partió y las amigas se separaron; sin embargo, aún se comunicaban a través de internet. Esta es la respuesta que la chica japonesa recibió a una carta enviada para agradecer las atenciones en nuestro país:

Hola. En español no encuentro un saludo tan reverencial con el cual corresponder al tuyo, afortunadamente en el idioma y la cultura náhuatl sí lo hay. La siguiente voz del náhuatl también significa agradecimiento, pero su sentido más profundo es reconocer el valor de la persona y su sabiduría al amar: TLAZOCAMATI.
La raíz tlazoca/tlazocama significa Amar; y Tletl o Tl se puede interpretar también como Fuego; Ca significa Ser o Estar; la raíz Ama significa Saber; la terminación Ti significa Tú. Por lo tanto, Tlazocamati se puede traducir como “Tú sabes estar en el fuego del amor”; reconocer en una persona la capacidad de arder en el fuego del amor. Agradecer el gesto de una persona como agradecer el calor y la energía que transmite el fuego.
Ni siquiera el español, siendo una de las lenguas más ricas en significados y conceptos, contiene una palabra cargada de tanto peso retórico y sentimental como ésta.

El idioma y el lenguaje es la mejor de las representaciones del pensamiento colectivo en una cultura y, si un pueblo puede sentir un agradecimiento tan profundo que con una sola palabra pueden, no solamente reconocer el beneficio del que se es receptor, sino, además decir que su acción hace notar cuando esa persona saber amar y, más aún, arder en el fuego del amor; es decir, sabe ser cálido y compartir esa calidez a los demás, entonces esa cultura es poseedora de un pensamiento sumamente vasto y profundo.

Esa sea, probablemente, la mejor explicación para entender nuestra calidez como pueblo, muy a pesar de la gran cantidad y gravedad de los fenómenos que suceden en nuestro país actualmente.

Estoy seguro que poco a poco, y con gran firmeza, regresaremos a nuestras raíces y sabremos reconocer esas cualidades tan espléndidas en las personas que nos rodean; sabremos reconocer, también, la hospitalidad y la capacidad de arder en el fuego del amor de aquellos que nos brinden, aunque sea, un poco de su apoyo. Mientras tanto, yo me inclino ante ustedes, pueblo; y me rindo a los pies de mi país con una sola palabra en mi boca: TLAZOCAMATI.

viernes, 20 de enero de 2012

Ya sacaron boleto

Desde el segundo día del recién iniciado 2012 se dio a conocer en los diferentes medios de comunicación la decisión tomada por el Gobierno del Distrito Federal (GDF) y la administración del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM) de sacar de circulación y llevar a la desaparición casi en su totalidad de la tradicional manera de acceso, me refiero, claro, a uno de los ya “símbolos” de la Ciudad de México, el boleto del metro.

El director del anaranjado medio de transporte, Francisco Bojórquez, afirma que de esta manera se evitaría talar poco más de dos hectáreas de árboles para la fabricación e impresión aproximada de 1,100 millones de boletos anualmente. El boleto sería sustituido completamente para finales de éste año y principios del 2013 por la ya conocida tarjeta plástica, con la cual también se tendría acceso al Metrobús.

De ésta manera se acabaría con una de las tradiciones que, a pesar de la poca importancia que muchas personas puedan darle, es para muchos otros (y me incluyo) una afrenta contra aquellas personas quienes, al igual que los filatelistas, gustan de coleccionar los pequeños trozos de papel conmemorativos con los cuales se obtenía la posibilidad de dar un viaje a través de la red del metro.

Existen verdaderas obras de arte plasmadas en los diferentes diseños, y su valor, al igual que el de los timbres postales, aumenta con el paso del tiempo. Los boletos conmemorativos de cada aniversario de la inauguración son especialmente cotizados entre los coleccionistas especializados. Estos boletos de “celebración” de aniversarios de diferentes organizaciones gubernamentales y paraestatales comenzaron a imprimirse en 1972. También son bastante apreciados, al igual que en cualquier circulo de coleccionistas, las primeas ediciones de boletos que salieron a la venta 1969, 1970 y 1971. Mientras más añejo y en mejor estado se encuentre, mayor será su valor.

Los abonos de transporte también se incluyen en estas amplísimas colecciones. Esta forma de ingreso al transporte se pudo obtener desde abril de 1986 hasta diciembre de 1995 y venían marcados con el número de quincena en que eran validos, contando como la primera quincena, la primera de abril de 1986.

No critico la decisión tomada por los funcionarios desde el punto de vista ambientalista. Sin embargo, considero que se ha dejado de lado el valor dado por muchos a este pequeño papelito. Me parece injusta desde la posición del coleccionista. El boleto del metro es, al igual que el timbre postal, fuente de valor histórico, cronológico y artístico debido a las particularidades con las que se distinguen las diferentes emisiones, y son éstas las que determinan el valor que se le asigna a cada una de los ejemplares.

La sustitución del boleto por la tarjeta electrónica es, sin duda alguna, un paso hacia el progreso y la modernización de uno de los transportes que más han marcado la vida del chilango y de la ciudad de México. No obstante, al igual que el correo postal ha dado paso al e-mail o correo electrónico y, aun así, la impresión de timbres no se ha detenido; el cambio de la forma de acceso al STC Metro no debe terminar con la larga tradición de 43 años de los boletos conmemorativos del STC Metro.

De esta manera, hago una llamada de atención al director del STC Metro, Francisco Bojórquez y al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, para reconsiderar la completa desaparición del boleto del Metro. Todos aquellos grandes coleccionistas de éste pequeño amigo que ha acompañado al chilango durante los últimos 43 años, se lo agradecerán.

domingo, 1 de enero de 2012

El “Fresa” dice “Naco”

Todas las palabras que son usadas en sentido estrictamente peyorativo, es decir, con la clara intención de la ofensa y el menosprecio, resultan altamente ruines. Sin embargo, existe una palabra en especial usada por una gran parte de la población mexicana, la cual contiene una fuerte carga discriminatoria: La palabra Naco.
El origen de la palabra naco es incierto. De las varias teorías sobre el origen de esta, al parecer, la más viable es la que expresa Carlos Monsiváis en su Estética de la naquiza, artículo publicado en 1976 y reproducido por la Revista Nexos en octubre de 2010, donde Monsiváis nos dice:
A finales de los cincuenta y a principios de los sesenta se desentierra en la ciudad de México una ofensa quintaesenciada: "naco". Voz aplicada con insolencia creciente. Los nacos, aféresis de totonacos, la sangre y la apariencia indígenas sin posibilidades de ocultamiento.
Hace muchos años era común ver en la capital del país, y en otras ciudades cercanas a la región del Totonacapan, a indígenas totonacas vendiendo los productos de su tierra, en especial la vainilla. Llegaban a las ciudades con su atuendo típico: sombrero, camisa blanca, una especie de pantalón blanco abotinado, hasta los tobillos, y botines negros, todo impecablemente limpio.
Es natural pensar que, por su apariencia y su indumentaria, los totonacas se hayan distinguido entre los citadinos. Si pensamos que en la época que menciona Monsiváis llegaban a la capital oleadas de inmigrantes del medio rural en busca de mejores condiciones de vida, es posible que los totonacas hayan sido la fuente de inspiración de algún connotado y cultivado "ciudadano urbano" para dar nombre a las personas ─con hábitos y costumbres diferentes─ que llegaban a "afear" la capital del país.
Es precisamente por ello que la palabra “naco” ocurre en esta ciudad cada ocasión en que una persona, cuyas actitudes, ademanes, vestimentas, gustos musicales y demás comportamientos, son observados por la otredad, a la cual, le disgusta todo lo anterior por considerarlo inferior, y que no cumple con los cánones de elegancia, discreción, decencia, alcurnia y respetabilidad que marcan las tradiciones y “la sociedad” mexicana.
No obstante, toda palabra que incurra en la humillación y el desdén hacia una persona o un grupo de personas, se convierte en un arma para la discriminación y la segregación de los grupos sociales, los cuales no tienen culpa alguna de su origen y de su idiosincrasia. La palabra naco transita entre las calles de esta hermosa, pero excluyente ciudad, con descaro e ímpetu de juez ante todo aquel individuo que busque introducirse en una esfera que “no le corresponde”.
Existen, sin duda alguna, muy diversas tribus urbanas de personas con características comunes: Rockers o roqueros, Darks o darketos, Skates o eskatos, Punks o punketos, Reggaetoneros, Fresas, Metaleros, etc., etc. Pero, mucho más allá de esa diversidad de estilos y de pensamientos se encuentra una serie de similitudes mucho más profundas entre los individuos, similitudes que deberían tomarse en cuenta con mayor prioridad al contexto en el cual desarrollan su pensamiento.
Hay, también, una muy variada serie de sujetos, cuyas capacidades financieras, vestimenta y actitud cosmopolita los llevan a cometer actos de verdadera ruindad contra aquellos menos favorecidos por nuestro modelo económico. Quizás piensan que sus zapatos o zapatillas de $10,000 les brindan la posibilidad de llamar nacos a quienes compran en $50 unos zapatitos de plástico, o unos zapatos usados a $40 en los mercados sobre ruedas.
Habrá personas cuyos modales o conocimientos socioculturales los limitan a tener un comportamiento socialmente aplaudido, estoy de acuerdo, pero no debemos criticarlos. No son inferiores, simplemente no han tenido acceso a las mismas oportunidades de educación y convivencia con el refinamiento como muchas otras personas. El ejemplo más claro: un servidor ha sido llamado naco infinidad de ocasiones y, según los paradigmas en los que se encuentra basado el concepto, tendría la posibilidad de nombrar a muchas personas de esa misma manera. La existencia de la palabra naco es una muestra de una falla en el sistema educativo de nuestro país, y de los prácticamente inexistentes valores de respeto y tolerancia.
Por lo tanto, muy a pesar de la amplia diferenciación y diversidad entre los habitantes de la Ciudad de México, no vive, ha vivido, o vivirá sujeto alguno, sea cual sea su clase social, nivel de estudios, contacto con la moda o conocimiento de la vida y las costumbres, que tenga el poder suficiente para sentirse con el derecho de llamar a otra persona con una de las sanciones sociales más crudas que existen, en cuanto a humillaciones se refiere. La palabra Naco.