viernes, 20 de enero de 2012

Ya sacaron boleto

Desde el segundo día del recién iniciado 2012 se dio a conocer en los diferentes medios de comunicación la decisión tomada por el Gobierno del Distrito Federal (GDF) y la administración del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM) de sacar de circulación y llevar a la desaparición casi en su totalidad de la tradicional manera de acceso, me refiero, claro, a uno de los ya “símbolos” de la Ciudad de México, el boleto del metro.

El director del anaranjado medio de transporte, Francisco Bojórquez, afirma que de esta manera se evitaría talar poco más de dos hectáreas de árboles para la fabricación e impresión aproximada de 1,100 millones de boletos anualmente. El boleto sería sustituido completamente para finales de éste año y principios del 2013 por la ya conocida tarjeta plástica, con la cual también se tendría acceso al Metrobús.

De ésta manera se acabaría con una de las tradiciones que, a pesar de la poca importancia que muchas personas puedan darle, es para muchos otros (y me incluyo) una afrenta contra aquellas personas quienes, al igual que los filatelistas, gustan de coleccionar los pequeños trozos de papel conmemorativos con los cuales se obtenía la posibilidad de dar un viaje a través de la red del metro.

Existen verdaderas obras de arte plasmadas en los diferentes diseños, y su valor, al igual que el de los timbres postales, aumenta con el paso del tiempo. Los boletos conmemorativos de cada aniversario de la inauguración son especialmente cotizados entre los coleccionistas especializados. Estos boletos de “celebración” de aniversarios de diferentes organizaciones gubernamentales y paraestatales comenzaron a imprimirse en 1972. También son bastante apreciados, al igual que en cualquier circulo de coleccionistas, las primeas ediciones de boletos que salieron a la venta 1969, 1970 y 1971. Mientras más añejo y en mejor estado se encuentre, mayor será su valor.

Los abonos de transporte también se incluyen en estas amplísimas colecciones. Esta forma de ingreso al transporte se pudo obtener desde abril de 1986 hasta diciembre de 1995 y venían marcados con el número de quincena en que eran validos, contando como la primera quincena, la primera de abril de 1986.

No critico la decisión tomada por los funcionarios desde el punto de vista ambientalista. Sin embargo, considero que se ha dejado de lado el valor dado por muchos a este pequeño papelito. Me parece injusta desde la posición del coleccionista. El boleto del metro es, al igual que el timbre postal, fuente de valor histórico, cronológico y artístico debido a las particularidades con las que se distinguen las diferentes emisiones, y son éstas las que determinan el valor que se le asigna a cada una de los ejemplares.

La sustitución del boleto por la tarjeta electrónica es, sin duda alguna, un paso hacia el progreso y la modernización de uno de los transportes que más han marcado la vida del chilango y de la ciudad de México. No obstante, al igual que el correo postal ha dado paso al e-mail o correo electrónico y, aun así, la impresión de timbres no se ha detenido; el cambio de la forma de acceso al STC Metro no debe terminar con la larga tradición de 43 años de los boletos conmemorativos del STC Metro.

De esta manera, hago una llamada de atención al director del STC Metro, Francisco Bojórquez y al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, para reconsiderar la completa desaparición del boleto del Metro. Todos aquellos grandes coleccionistas de éste pequeño amigo que ha acompañado al chilango durante los últimos 43 años, se lo agradecerán.

domingo, 1 de enero de 2012

El “Fresa” dice “Naco”

Todas las palabras que son usadas en sentido estrictamente peyorativo, es decir, con la clara intención de la ofensa y el menosprecio, resultan altamente ruines. Sin embargo, existe una palabra en especial usada por una gran parte de la población mexicana, la cual contiene una fuerte carga discriminatoria: La palabra Naco.
El origen de la palabra naco es incierto. De las varias teorías sobre el origen de esta, al parecer, la más viable es la que expresa Carlos Monsiváis en su Estética de la naquiza, artículo publicado en 1976 y reproducido por la Revista Nexos en octubre de 2010, donde Monsiváis nos dice:
A finales de los cincuenta y a principios de los sesenta se desentierra en la ciudad de México una ofensa quintaesenciada: "naco". Voz aplicada con insolencia creciente. Los nacos, aféresis de totonacos, la sangre y la apariencia indígenas sin posibilidades de ocultamiento.
Hace muchos años era común ver en la capital del país, y en otras ciudades cercanas a la región del Totonacapan, a indígenas totonacas vendiendo los productos de su tierra, en especial la vainilla. Llegaban a las ciudades con su atuendo típico: sombrero, camisa blanca, una especie de pantalón blanco abotinado, hasta los tobillos, y botines negros, todo impecablemente limpio.
Es natural pensar que, por su apariencia y su indumentaria, los totonacas se hayan distinguido entre los citadinos. Si pensamos que en la época que menciona Monsiváis llegaban a la capital oleadas de inmigrantes del medio rural en busca de mejores condiciones de vida, es posible que los totonacas hayan sido la fuente de inspiración de algún connotado y cultivado "ciudadano urbano" para dar nombre a las personas ─con hábitos y costumbres diferentes─ que llegaban a "afear" la capital del país.
Es precisamente por ello que la palabra “naco” ocurre en esta ciudad cada ocasión en que una persona, cuyas actitudes, ademanes, vestimentas, gustos musicales y demás comportamientos, son observados por la otredad, a la cual, le disgusta todo lo anterior por considerarlo inferior, y que no cumple con los cánones de elegancia, discreción, decencia, alcurnia y respetabilidad que marcan las tradiciones y “la sociedad” mexicana.
No obstante, toda palabra que incurra en la humillación y el desdén hacia una persona o un grupo de personas, se convierte en un arma para la discriminación y la segregación de los grupos sociales, los cuales no tienen culpa alguna de su origen y de su idiosincrasia. La palabra naco transita entre las calles de esta hermosa, pero excluyente ciudad, con descaro e ímpetu de juez ante todo aquel individuo que busque introducirse en una esfera que “no le corresponde”.
Existen, sin duda alguna, muy diversas tribus urbanas de personas con características comunes: Rockers o roqueros, Darks o darketos, Skates o eskatos, Punks o punketos, Reggaetoneros, Fresas, Metaleros, etc., etc. Pero, mucho más allá de esa diversidad de estilos y de pensamientos se encuentra una serie de similitudes mucho más profundas entre los individuos, similitudes que deberían tomarse en cuenta con mayor prioridad al contexto en el cual desarrollan su pensamiento.
Hay, también, una muy variada serie de sujetos, cuyas capacidades financieras, vestimenta y actitud cosmopolita los llevan a cometer actos de verdadera ruindad contra aquellos menos favorecidos por nuestro modelo económico. Quizás piensan que sus zapatos o zapatillas de $10,000 les brindan la posibilidad de llamar nacos a quienes compran en $50 unos zapatitos de plástico, o unos zapatos usados a $40 en los mercados sobre ruedas.
Habrá personas cuyos modales o conocimientos socioculturales los limitan a tener un comportamiento socialmente aplaudido, estoy de acuerdo, pero no debemos criticarlos. No son inferiores, simplemente no han tenido acceso a las mismas oportunidades de educación y convivencia con el refinamiento como muchas otras personas. El ejemplo más claro: un servidor ha sido llamado naco infinidad de ocasiones y, según los paradigmas en los que se encuentra basado el concepto, tendría la posibilidad de nombrar a muchas personas de esa misma manera. La existencia de la palabra naco es una muestra de una falla en el sistema educativo de nuestro país, y de los prácticamente inexistentes valores de respeto y tolerancia.
Por lo tanto, muy a pesar de la amplia diferenciación y diversidad entre los habitantes de la Ciudad de México, no vive, ha vivido, o vivirá sujeto alguno, sea cual sea su clase social, nivel de estudios, contacto con la moda o conocimiento de la vida y las costumbres, que tenga el poder suficiente para sentirse con el derecho de llamar a otra persona con una de las sanciones sociales más crudas que existen, en cuanto a humillaciones se refiere. La palabra Naco.